Las pensiones son una forma de protección social que se conceden a personas mayores, discapacitadas o con bajos ingresos para garantizarles una renta mínima durante su vejez o en caso de incapacidad. En España, existen dos tipos de pensiones: las contributivas y las no contributivas. ¿Cuáles son las principales diferencias entre ambas y cuál es la más adecuada para ti?
Pensiones contributivas
Las pensiones contributivas son aquellas que se basan en el sistema de reparto y se financian con las cotizaciones de los trabajadores y empresas. Es decir, son el resultado de aportar a lo largo de la vida laboral a un fondo común del que, posteriormente, se financian las prestaciones.
Para tener derecho a una pensión contributiva, es necesario cumplir unos requisitos mínimos de cotización y de edad. En el caso de las personas mayores, se exige haber alcanzado la edad de jubilación y haber cotizado al menos 15 años. En el caso de las personas discapacitadas, se exige haber cotizado al menos 3 años antes de la fecha en la que se declaró la discapacidad.
Una vez cumplidos estos requisitos, la cuantía de la pensión contributiva se calcula en función de la base reguladora, que es el resultado de sumar todas las cotizaciones realizadas durante los años de cotización y dividirlas entre el número de meses cotizados. La base reguladora se multiplica por el porcentaje de la prestación, que es el porcentaje de la pensión a la que tienes derecho según el número de años cotizados.
Pensiones no contributivas
Las pensiones no contributivas, por otro lado, son aquellas que se conceden a personas mayores, discapacitadas o con bajos ingresos que no han cotizado lo suficiente para tener derecho a una pensión contributiva. Estas pensiones se financian con fondos públicos y no requieren haber cotizado previamente.
Para acceder a una pensión no contributiva, es necesario cumplir unos requisitos de renta y de patrimonio. En el caso de las personas mayores, se exige tener más de 65 años y una renta per cápita inferior al 60% del salario mínimo interprofesional. En el caso de las personas discapacitadas, se exige tener un grado de discapacidad igual o superior al 65% y un patrimonio inferior a un determinado límite (que varía en función de si se vive en solitario o en compañía).
La cuantía de las pensiones no contributivas es fija y se establece en función de la renta per cápita y del número de personas que conviven en el hogar. Estas prestaciones suelen ser más bajas que las pensiones contributivas, ya que se financian con fondos públicos y no con las cotizaciones de los trabajadores y empresas.
Ventajas e inconvenientes de las pensiones contributivas y no contributivas
Una de las principales ventajas de las pensiones contributivas es que su cuantía suele ser mayor que la de las pensiones no contributivas, ya que se basa en la base reguladora, que tiene en cuenta todas las cotizaciones realizadas durante la vida laboral. Además, las pensiones contributivas no tienen límites de renta y patrimonio, por lo que no se pierden al superar ciertos umbrales.
Por otro lado, un inconveniente de las pensiones contributivas es que requieren haber cotizado previamente y cumplir unos requisitos mínimos de cotización y de edad para acceder a ellas. Esto puede dificultar el acceso a las personas que hayan estado desempleadas durante gran parte de su vida laboral o que hayan trabajado de forma temporal o autónoma.
Por su parte, una de las ventajas de las pensiones no contributivas es que son más accesibles para personas que no cumplan los requisitos mínimos de cotización o de edad para las pensiones contributivas. Además, no requieren haber cotizado previamente y se conceden sin tener en cuenta el patrimonio o la renta del solicitante.
Por otro lado, un inconveniente de las pensiones no contributivas es que su cuantía suele ser más baja que la de las pensiones contributivas y están sujetas a límites de renta y patrimonio. Esto significa que, al superar ciertos umbrales, se pierde el derecho a la prestación o se reduce su cuantía.
¿Cuál es la opción más adecuada para ti?
En función de tu situación laboral y económica, puedes elegir entre solicitar una pensión contributiva o no contributiva. Si has cotizado lo suficiente y cumples los requisitos mínimos de cotización y de edad, es probable que te resulte más beneficioso solicitar una pensión contributiva. Sin embargo, si no has cotizado lo suficiente o no cumples los requisitos mínimos de cotización y de edad, puede que te resulte más conveniente solicitar una pensión no contributiva.
En cualquier caso, es importante tener en cuenta que la elección de un tipo de pensión u otro no es definitiva y que siempre es posible solicitar una revisión de la prestación si se producen cambios en tu situación laboral o económica. Por ejemplo, si pasas de tener una pensión no contributiva a tener derecho a una contributiva, o viceversa, puedes solicitar la modificación de la prestación.
En resumen, las pensiones contributivas y no contributivas son dos opciones de protección social que se conceden a personas mayores, discapacitadas o con bajos ingresos. Las pensiones contributivas se basan en el sistema de reparto y se financian con las cotizaciones de los trabajadores y empresas, mientras que las no contributivas se financian con fondos públicos y no requieren haber cotizado previamente. Cada tipo de pensión tiene sus propias ventajas e inconvenientes y la elección de una u otra dependerá de tu situación laboral y económica.